Voluntario olímpico encuentra la unión en los Juegos y en Rotary
Por Jason Keyser
De niño, en la década de 1950, Ernie Peterson recuerda haber visto los Juegos Olímpicos por televisión. «Me senté allí absolutamente fascinado y pensé: ‘Sabes, sería bueno asistir algún día’».
Este verano en París, Peterson asistirá a sus sextos Juegos Olímpicos como voluntario. Es parte de un selecto grupo de devotos que se ofrecen como voluntarios en los Juegos una y otra vez para hacer de todo, desde tomar boletos de entrada hasta ayudar a los espectadores a encontrar sus asientos.
Desde 2002, Peterson, evaluador de propiedades jubilado y socio del Club Rotario de Deland (Breakfast), Florida (EE. UU.), ha ayudado en los Juegos de Salt Lake City, Turín, Vancouver, Sochi y Río, principalmente como asistente de medios de comunicación acompañando a los atletas a las entrevistas posteriores al evento. Ha conocido a medallistas de oro como la esquiadora Lindsey Vonn, el nadador Michael Phelps y el snowboarder Shaun White, maravillado por «su enfoque, su intensidad».
Sin embargo, uno de sus momentos más memorables fue ver a dos esquiadores en Sochi (Rusia), abrazar a sus madres después de correr cuesta abajo, uno terminando con una medalla de oro y el otro llegando en cuarto o quinto lugar, sus padres igualmente orgullosos. «No se puede decir por la reacción de los padres quién ganó el oro», afirma. «Fue increíblemente conmovedor».
Este año, Peterson tiene la que podría ser su labor más dulce hasta la fecha: trabajar en la ceremonia inaugural y en los partidos de voleibol de playa al aire libre junto a la Torre Eiffel. Otro poco de suerte: cuando no pudo encontrar un lugar para quedarse, un compañero rotario se ofreció a recibirlo. Y esta no es la primera vez; se ha quedado con rotarios en otros Juegos Olímpicos y, a cambio, los ha acogido en Florida.
Los Juegos Olímpicos y Rotary, dice Peterson, tienen mucho en común: intercambio cultural, internacionalidad y un «deseo de hacer algo bueno por el mundo».
